La pérdida de un ser querido es una de las principales causas de sufrimiento del ser humano.
Es difícil poner palabras al aluvión de emociones y pensamientos que nos asaltan cuando perdemos un ser querido. La experiencia es personal, cada cual lo vive a su manera, dependiendo de como es la persona.
Al principio, cuando aún estaba en las primeras fases del duelo por mi hijo, me disgustaba sobremanera que desde la psicología se hubiera creado un procedimiento estructurando el proceso de duelo, encuadrándolo en etapas. No me sentía cómoda con la idea de que había una serie de estados por los que tendría que pasar en mayor o menor medida, como todo el mundo, porque yo no me consideraba parte de todo el mundo, me consideraba especial. Nadie podía comprenderme, compartir mi dolor.
Hasta que un día me abrazó una persona que sí compartía mi dolor. Por primera vez en más de un año, me sentí comprendida y acompañada; y creo que, de algún modo, ese día inicié mi camino de regreso a la vida.
Precisamente una de las cosas que más me ayudaron a recuperarme fue poner palabras a lo que sentía y ver que otros, en situaciones similares, se habían sentido igual. Comprendí la importancia de poner palabras al duelo y me propuse dedicarme a acompañar a otras personas con dificultades para expresar sus sentimientos, a sacarles una a una, en caso de ser preciso, las palabras definan cada duelo particular.
La gran Pionera en el estudio de los procesos de duelo fue la doctora Elizabeth Kübler-Ross, que dedicó su vida a acompañar a pacientes terminales a bien morir y asistir a los familiares en el duelo.
La Liberación Emocional
Cuando el dolor emocional es tan intenso que no podemos encontrar palabras que lo definan, las emociones que no conseguimos expresar se quedan atrapadas en nuestro cuerpo provocando diversos dolores, manifestaciones de que algo no funciona bien. Si no encontramos la manera de darles una vía de liberación o escape, con el tiempo pueden convertirse en problemas crónicos de salud.
Aprender a entender, escuchar y gestionar las emociones es básico para la vida y especialmente para poder asimilar y aceptar la pérdida de un ser querido. Una de las tareas del duelo es, sin duda, reencuadrar la vida adaptándonos a la nueva situación y seguir adelante, aprendiendo a habitar en un mundo en el que él o ella ya no están.
Si abrimos la mente, entenderemos que el ser humano es una mezcla perfecta de diversas partes o cuerpos: físico, mental, emocional, energético y espiritual. Para lograr un grado aceptable de bienestar, todas las partes deben estar en equilibrio.
Cuando el cuerpo mental o emocional sufren a través de nuestros pensamientos y emociones, el cuerpo físico lo somatiza en forma de dolor o enfermedad, que a su vez deja una huella en el cuerpo energético. De ahí la gran importancia de aprender a entender, atender y gestionar nuestras emociones y pensamientos: es la manera de evitar esa repercusión a nivel físico que nos lleva a enfermar.
En los procesos de duelo, el dolor está presente, somos humanos y sentimos la pérdida, pero precisamente porque somos humanos y estamos experimentando esta realidad, es tarea de cada uno sobreponerse para seguir con la propia experiencia vital.
Hacerlo es una tarea que para algunos parece más llevadera y que para otros supone un auténtico reto, incluso algunas personas mueren en vida cuando pierden a un ser muy querido, pierden el gusto por la vida y la alegría de vivir.
En cualquiera de los casos, sentirse acompañado, facilita el camino y el proceso individual de cada uno, como dice el refrán: "las penas compartidas pesan menos".